La Galería de las Máquinas y la Contemporaneidad

    La Galería de las Máquinas, erigida en París para la Exposición Universal de 1889, fue un hito indiscutible en la historia de la arquitectura. Su diseño innovador, caracterizado por vastos espacios diáfanos cubiertos por arcos triarticulados de hierro, inspiró a generaciones de arquitectos del siglo XX para seguir explorando nuevos materiales y técnicas constructivas. Más que por su tamaño imponente, con una nave central de 110 metros sin columnas intermedias, la Galería de las Máquinas cautivó por su gran trabajo ingenieril, cosa que hoy día podría parecer común y corriente. Su estructura visible de hierro forjado encarnó a la perfección el espíritu de la época, marcado por la confianza en la tecnología y el progreso. El uso pionero de grandes espacios sin obstáculos en la Galería de las Máquinas sirvió como fuente de inspiración para arquitectos de la talla de Le Corbusier y Mies van der Rohe, figuras clave del movimiento moderno. Esta influencia es palpable en obras icónicas como el Pabellón Barcelona o el edificio Seagram, ambos marcados por la fluidez y amplitud espacial. La Galería de las Máquinas no solo representó un salto estético, sino también un avance significativo en las técnicas constructivas. El empleo de materiales como el hierro forjado y el vidrio posibilitó la cobertura de grandes luces sin muros de carga, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para la arquitectura. La impronta de la Galería de las Máquinas perdura en la arquitectura contemporánea. Edificios como el Centro Pompidou de París, el Aeropuerto Internacional de Pekín-Daxing o la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas en Madrid reinterpretan el uso de grandes espacios diáfanos y estructuras metálicas a grandes luces, actualizando su legado en la contemporaneidad. Es por esto que La Galería de las Máquinas trasciende su condición de edificio emblemático de una era para erigirse como pilar fundamental de la arquitectura moderna en otra era con otros edificios.